Parece que fue ayer que se cruzaron nuestros caminos, Tata. Estabas delgada y desesperada, gritando "auxxiiiiiiiiliii" con toda la fuerza de tu pequeño cuerpo. Saltabas varios metros decidamente hacia abajo, solo para poder comer de esta latita que te trajimos. Así empezó nuestra amistad. Viniste con nosotros a la clínica pesando ni 2 kg.

Hicimos lo que pudimos por ti, dándote cariño y medicamentos. Pero supimos desde el inicio, que nuestro tiempo juntas iba a ser limitado. Limitado por tu estado de salud, tu edad, y sobre todo por ese riñón, que ya no funcionaba como debía. Y un día apareció Eli en tu vida, gracias a la búsqueda de Raquel. Y te llevo a su casa, donde tu felicidad empezaba de verdad. Besitos y mimos sin fin, y muchos cuidados… y ganabas peso, y estabas cada día más feliz, una pequeña princesita, siempre delicada, pero muy muy mimada. Como todo humano, creíamos, que esa felicidad pudiera durar eternamente...

Pero ha llegado el fin. Una semana en la clínica con fluidos y una transfusión de sangre no podían ganar contra este riñón, que había dejado de trabajar.

Hemos llegado al final de este camino juntas, con todo el dolor y toda la tristeza que eso conlleva. Gracias por este tiempo que has compartido con nosotros, por todos los besos y mimos que nos has dejado darte y por haber compartido este camino en la vida con nosotros, que, aunque nos parezca corto, al final nos has regalado más que un año contigo, te queremos Tata, chiquitita.